domingo, 1 de abril de 2012

La vida

Mucho se ha dicho que la vida es equiparable a cruzar el mar en una embarcación. Partimos de puerto inicial (cuando nacemos), hasta llegar al puerto final (la muerte).

Hay muchas fábulas y sentencias, todas ellas ciertas, reales, que nos aconsejan desde niño, durante toda la vida y aún antes de morir. A veces lo entendemos a veces no, a veces lo olvidamos y a veces alguien nos no lo recuerda.

Definitivamente todo indica que la vida es un mar, para algunos de agua dulce. Para los mas es un mar de agua salobre.

Haciendo similitudes, diremos que al salir del puerto principal (nacimiento) somos entrenados, es decir estudiamos y nos preparamos, llegando así a un puerto intermedio unos (los mas); otros de otra manera, pero de todos modos navegan.

Al cruzar el mar de la vida, encontramos lluvia, torbellinos, tempestades, ciclones, huracanes, lo cual causa fatiga y no perecen los que van en barco, y solo perecen los que no van en embarcación grande, puede decirse que en lancha que es frágil para mar abierto o se animaron a cruzar el mar a nado, lo cual no es posible.

Los que navegan por mar salado, van por mas peligro, se examinan mejor y ofrecen por tanto mas sacrificios y votos al Señor. Dado lo anterior es que al verse libres de tempestades y peligros, anuncian con énfasis las obras del Señor, pues dan testimonio de EL.

La embarcación son los santos ejercicios y sanos juicios. El viento próspero para navegar es la inspiración del Espíritu Santo, para hacer próspera nuestra navegación y llegar con bien al puerto de nuestro objetivo.

Las velas (ahora es la máquina principal a Diesel) son nuestros deseos, deben ser limpios y de pureza.

La brújula es la Fe por la cual se ha de regir el timón, manejado por el piloto.

El timón es la discreción. El piloto es el buen y sano consejo que debe regirse por la carta de navegación (que es la Santa Escritura o la Torá y/o los Salmos), si no quiere errar.

La cuerda tanteadora (ahora es la ecosonda), para medir las profundidades, es la prudencia que para tantear las cosas, es necesaria, si queremos asegurarnos y ésta debe ser por la mano del piloto. Para no encallar, que a menudo sucede.

Las personas que deseen interiorizar acerca del tema, pueden leer:
3er abecedario espiritual.- Francisco de Osuna. - Editorial BAC.


Autor: Ing. Federico Juárez Andonaegui