Antes de entrar de lleno al estudio de los dos capítulos que conforman estas Moradas, daré una semblanza general de lo que trata. También he de mencionar que el libro Castillo Interior de Santa Teresa de Jesús, ha sido objeto de varios estudios y escritos, tanto Diplomados, Maestrías y Doctorados, por lo que todo lo que aquí se ha escrito, se dice y se diga, ya ha sido dicho y escrito por varios autores. Unos lo explican de una manera, otros de otra y otros, tratamos de dar a conocer al público en general en forma sintetizada, en idioma llano, común y corriente.
Aquí, se hace referencia de que Dios actúa, respondiendo a los esfuerzos ascéticos. La actuación de Dios no es la que el Alma espera. Dios no se hace presente premiando y aprobando, sino probando.
El Eterno inicia su ofensiva develandole la verdad de su vida (del hombre). Aún es menester más, para que del todo posea el Señor el Alma. Dios va delante abriendo camino de gracia, no viene detrás (después) pagando.
El Eterno empieza a dar a conocer que asume la iniciativa, actúa aunque muchas veces no queramos o no deseamos entenderlo. El Estado en que se vive es más aparente que real, necesita reorientarse. Por eso interviene Dios. Hay que rendir nuestra voluntad a la de Dios, en todo. A Dios hay que buscarlo dentro, no afuera.
La raíz del ser es Obediencia, Humildad y Caridad. La perfección está en seguir a J+C. no queramos hacer nuestra voluntad, sino la suya.
La figura de J+C se afirma y crece en estas Moradas como modelo de nuestra vida.
Haciendo un pequeño paréntesis, diremos que:
Obediencia.- Es la acción de obedecer, cumplir la voluntad de quien manda (en el plano material, es necesario saber obedecer para saber mandar).
Humildad.- Virtud cristiana que consiste en andar en la verdad. Ante la Verdad que es Dios (en el sentido místico se dice que es conocer nuestra miseria y bajeza, lo cual no debe entenderse como se entienden estos términos en la vida material, que por lo general es más corriente que común).
Caridad.- Es una de las tres virtudes teologales, consiste en amar a Dios por sobre todas las cosas y al próx(j)imo como a nosotros mismos.
En las terceras Moradas es propiamente la culminación de las Moradas ascéticas. Es la culminación del esfuerzo del hombre. Dios nos revela nuestra verdad moral íntima. Dios no se pliega a los deseos del hombre, actúa trascendentemente y por eso desconcierta. Hay que dejarse conducir por Dios.
En Capítulo 2. 6 dice: …… y creedme: que no está el negocio en tener hábito de religión o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que su Majestad ordenare de ella…..
Por este detalle, es que viene el desencanto, el desgano, creemos que Dios defrauda, eso, nos revela falta de Humildad, el Alma camina en poca Verdad.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario