Introducción
En éste estudio veremos los diversos conceptos que se han tenido acerca de la muerte a través de los años, plasmados en el Antiguo Testamento, pasando por el Nuevo Testamento hasta los tiempos actuales.
En el Antiguo Testamento se apreciará en el holocausto la total sumisión a Dios.
En la Pascua, apreciaremos el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, y también como se nos recuerda cada Miércoles de Ceniza el fin que hemos de tener por lo que se nos invita a reflexionar acerca de nuestras acciones (obras) en vida.
Significado de la muerte.
La palabra muerte, significa literalmente cesación o término de vida, es la separación del cuerpo y del alma, deriva del Latín mors, mortis. Desde tiempos ancestrales, el hombre ha rendido culto a la muerte en las diversas culturas. Así, en el holocausto vemos como se expresa la total sumisión a Dios (Lev 1.1; 1 Sam 15,22; Salmo 51,18).
En la Liturgia se considera el fin de la vida humana no como desgracia límite o final de la existencia de la persona, sino como entrada a la gloria (1). En el A. T., se hace mención del sufrimiento y la muerte como una perspectiva que no son para el justo, por su esperanza de alcanzar la inmortalidad, ni un castigo, ni una destrucción (Sabiduría 3, 1-9), sin embargo nos profetiza el nacimiento de quien nos redimirá.
Narraciones, en la Pascua (2)
San Pablo nos comenta en 1 Corintios XV, 3 ....”Cristo murió por nuestros pecados, tal como lo dicen las escrituras”.
La muerte de Jesús no es un fracaso, es la mas grande muestra de amor de Dios por la humanidad. Cristo venció al mal, al pecado y a la misma muerte. Con Jesucristo, también vencemos quienes nos unimos a El en la Iglesia por medio del Bautismo y los demás sacramentos.
Nuestra unión con la muerte de Cristo, realizada sacramentalmente en el Bautismo, debe todavía actualizarse en nuestra vida diariamente. Tal es el sentido de la Ascesis por la que nos mortificamos; es decir, hacemos que mueran en nosotros las obras del cuerpo (Rom 8.13); en efecto, la muerte ha cambiado de sentido desde que Cristo ha hecho de ella un instrumento de salvación.
En 1 Corintios XV, 26 dice “El último enemigo destruido será la muerte”, ello nos confirma que la muerte es un paso para entrar a la gloria.
En la ciudad de Corinto, varios pensaban que después de la muerte, el alma inmortal sale del cuerpo y sigue viviendo sola, olvidando su pasado y abandonando la materia y el cuerpo, reputados instrumentos del mal. Otros pensaban que todo termina con la muerte y que es mejor conformarse con el momento presente. (3)
Meditación acerca de la muerte en el Miércoles de Ceniza.
Cada año, en la Liturgia se nos recuerda la frase “Polvo eres y en polvo te convertirás”, ya que no nos preocupamos en que la muerte viene a la hora que menos lo pensamos. La meditación que debemos hacer es acerca de cuales han sido nuestras acciones (obras) ¿han sido buenas?, ¿malas?, ¿cuántas obras buenas hemos dejado de hacer?. ¡La muerte llega mas pronto de lo que nos figuramos!
La frase citada se dice el Miércoles de Ceniza, con el que da inicio la Cuaresma, es en éste día que los ya bautizados se preparan para celebrar la muerte y resurrección de Jesús.
En el Antiguo Testamento, en Isaías 52, 13-53, nos habla acerca de la muerte de Jesús “Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte”.......indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores.
En el Nuevo Testamento encontramos en Lc. 23, 46 ....Con voz sonora Jesús pronuncia la séptima palabra, Padre en tus manos encomiendo mi alma (Pater in manus tuas commendo spiritum meum. Dicho esto, inclinó la cabeza y expiró.
Y es aquí en donde en el Nuevo Testamento, se hace mención de la muerte, ya claramente como el inicio de vida eterna junto a Dios.
La vida del creyente en la tierra, es solo parte de su existencia y de su ser; es ocasión para medir su fe y fidelidad al Dios viviente. Por lo anterior, la liturgia desde siempre, celebra a sus Santos no en el día de su nacimiento en la tierra, sino el día de su salida de ella, y nos dice que a los cristianos, no se les arrebata la vida, sino que se les transforma.
La Liturgia no se ocupa de la muerte en sí, sino la celebra por su contenido Pascual; consuela a la familia o comunidad que se queda sin uno de sus miembros y también agradece con sus plegarias a Dios, por insertarlo en la comunidad celeste junto a El.
El sacrificio o muerte de Jesús.
La muerte de Jesús no es un accidente en su vida (Heb. 10,5). Desde el inicio, El se preparó para enfrentarla (Mt 20,28; Jn 11,9) además la anunció en repetidas ocasiones (Mc 8.31; Lc 13,31). Cristo era responsable totalmente de su muerte (Jn 10, 28-30; 19,30) porque sabía que esta hora era la hora de su triunfo (Jn 7,6-8).
Resurrección de Jesucristo.
La muerte y resurrección de Jesús constituyen el nuevo y definitivo sacrificio que reemplaza a todos los demás (Heb 7,27; 9,26). Por eso Jesús es llamado Cordero de Dios (Jn 1,29). Su sacrificio se identifica con la Pascua nueva (Paso nuevo, nuevo Paso) que lleva a la existencia santa y definitiva (Lc 12,50; 22,16; Rom 6,4).
Su dolorosa muerte con derramamiento de sangre, consigue el perdón de los pecados de toda la humanidad. (Is 53,10; Mt 26, 28) nos reconcilia con Dios, nos rescata y nos da la libertad (Rom 7,4; Ef 1,17). Su sacrificio nos muestra el amor de Dios, que lo mismo significa la generosidad del Padre como la obediencia del Hijo (Mc 14,36; Rom 5,6).
Como punto final vemos que la muerte y la resurrección de Jesús nos enseñan el sentido de nuestra propia vida; quien sacrifica su vida, la lleva al nuevo nacimiento (Lc 17,33).
El Imperio de la muerte en la actualidad.
En estos tiempos, lo que da fuerza a este imperio, es el pecado, el cual es propiamente el arma de la muerte, pues ella es su fruto, su término, su salario (Rom 6,16. 21. 23).
En la actualidad, traicionar a la Patria, servir de lacayo a un imperio opresor, el no defender a su País (omisión), ser gobernante con ojos cerrados, gobernar aventando (repartiendo) la culpabilidad a otros, no cumplir con sus obligaciones, etc, etc, es transgredir, es pecado (avon), es falta que conduce a la muerte eterna o simbólica.
El pecado mismo tiene en el hombre un cómplice; los apetitos desordenados (robar al erario público, gobernar con indolencia, solidarizarse con quien roba a la Hacienda pública, omitir castigo a culpables, ayudar a malhechores y traidores, sucumbir ante la amenaza, complicidad con defraudadores) de placeres deshonestos (concupiscencia) dan nacimiento al pecado, que por su parte engendra la muerte; es la carne, cuyo deseo es la muerte y que fructifica para la muerte (Rom 7,5; 8,6) con ello nuestro cuerpo ha venido a ser “cuerpo de muerte”.
Sin Cristo, estaba la humanidad sumergida en la sombra de la muerte (Mt 4,16; Lc 1,79) así, la muerte fue en todo tiempo uno de los componentes de su historia y es una de las calamidades que Dios envía al mundo pecador. (Ap. 6,8; 8,9; 18,8) (4).
Conclusión.
Todo hombre pasa por la experiencia de la muerte. El Nuevo Testamento nos revela el acontecimiento como un paso para llegar a Dios.
Si vemos el acontecimiento de la muerte de los seres queridos, hecha ya la despedida (Gen 49), provoca la aflicción de los familiares que quedan (Gen 50,1) y comprendemos que cada uno de nosotros debemos pensar en la muerte como cosa propia, puesto que también veremos la muerte (Sal 89, 49).
Reflexión.
El estudio nos sirve para ver con claridad el paso que todo ser humano lleva a cabo, la muerte como un requisito:
Para llegar a Dios cuando nuestra vida se ha ajustado a los mandamientos y en general a la Doctrina de Jesucristo, o para llegar al abismo (seol), al eterno sufrimiento (muerte simbólica) cuando nuestra vida se ha ajustado a las transgresiones (pecados), sin respetar ni hacer caso a las leyes divinas. Los mandamientos.
Creo firmemente en lo anterior, en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Bibliografía.
1.- PARRA SANCHEZ Tomás, Diccionario de Liturgia., Ediciones Paulinas.- 4ª Edición, México 2003
2.- Misal 2008, Editorial Buena Prensa, México 2008.
3.- Biblia América, Edición patrocinada por la Arquidiócesis de México, 1992.
4.- LEON- DUFOUR. X, “Vocabulario de Teología Biblica”, Editorial Herder 18ª Edición, España 2001
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